COMBATE EL CALOR CONSTRUYÉNDOLO TÚ MISMO
Un aparato de aire acondicionado casero y 'low cost'
Apuntan los meteorólogos que probablemente este será el primer fin de semana del año en el que en España se registrarán más de 40 grados de temperatura, y la ciudad candidata a lograrlo es Sevilla. Ocurra esto o no, lo que parece seguro es que el verano está a la vuelta de la esquina, y con él llega el calor y justo detrás, el aire acondicionado.
Es uno de los responsables de que las facturas de la electricidad suban en esta época del año. Sin embargo, hay alternativas low cost que pueden ayudarte a bajar la temperatura de tu casa, puede que no de una forma tan rápida ni uniforme, pero sí más asequible. Entre ellas, está la posibilidad de fabricar un aparato de aire acondicionado casero con el que refrescar una habitación por un puñado de euros.
Para construirlo hace falta una caja de cartón (de zapatos, si es grande, o de las que se usan para almacenaje y se pueden comprar en papelerías o tiendas de regalos), forro de aluminio, un ventilador de sobremesa de tamaño mediano, dos tubos de plástico anchos y que formen un ángulo recto (se pueden buscar en tiendas de reciclaje) y bolsas de plástico para el envasado de alimentos que tengan un cierre hermético.
Una caja aislante para enfriar el aire
Lo primero es cubrir el interior de la caja de forro de aluminio. El objetivo de este paso es hacer la caja aislante e impermeable, así que lo ideal es pegar el forro con silicona a la caja, asegurándonos de que queda bien cubierta. Sin embargo, si en vez de una caja de cartón conseguimos una de poliespán o corcho blanco, podemos ahorrarnos este paso. Lo mismo ocurre si utilizamos una nevera portátil de las que se llevan de acampada, aunque en ese caso perforarla será más complicado. Todo depende de las herramientas y la habilidad de las que dispongamos.
Una vez acondicionada la caja, hay que acoplarle tanto el ventilador como los dos tubos de plástico. Utilizando un cuchillo de sierra se cortan tres agujeros en el cartón de la caja: uno del tamaño del ventilador en un lado y otros dos, del tamaño de los tubos, en la tapa. La idea es que los tres encajen perfectamente en la caja, así que los agujeros deberán tener el tamaño justo y no más grande.
Después se colocan los tres elementos (ventilador y tubos) en sus respectivos agujeros. Si quedan un poco sueltos o hay agujeros, se puede utilizar de nuevo silicona o cinta aislante para taparlos. Así evitamos escapes. Es importante que el ventilador esté orientado hacia dentro por dos motivos: el primero y principal es que así cogerá aire de la habitación y lo empujará dentro de la caja, para que se enfríe, y el segundo es que, de esta manera, el cable del enchufe quedará fuera para poder conectarlo.
Hielo como refrigerante
En este momento, el sistema de aire acondicionado ya está listo para ponerlo a funcionar. Sólo falta lo que actuará como enfriante. Para eso son las bolsas con cierre hermético: llenamos dos o tres con cubos de hielo, las cerramos bien y las metemos dentro de la caja.
Así, imitando el comportamiento de cualquier aparato de aire acondicionado, nuestro sistema casero cogerá aire caliente gracias al ventilador, que lo introducirá dentro de la caja. Al pasar por ahí, el frío del hielo hará disminuir su temperatura y cuando salga por los tubos, estará más fresco, reduciendo la temperatura de la sala. Cuando los hielos se derritan, sólo hay que volver a meter la bolsa en el congelador, reutilizando la misma agua todas las veces que se quiera.
Para aumentar su eficacia, es una buena idea situar la caja a cierta altura, por ejemplo encima de una estantería, igual que los aparatos de aire acondicionado se suelen colocar cerca del techo. Esto es así porque el aire frío es más denso que el aire caliente, por lo que tiende a bajar. De esta forma podemos hacer circular el aire de la habitación y refrescarla. Ante las temperaturas que están por venir, es el momento perfecto para probarlo.
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