martes, 29 de julio de 2014

La famosa catedral de Justo Gallego en Mejorada del Campo

Un hombre lleva 52 años construyendo su catedral

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Justo Gallego: Cincuenta años construyendo su catedral en Mejorada del C...

The Legendary Carmen Amaya (1913-1963), Flamenco Potpourri 1

Carmen Amaya y su troupe por Bulerias - 1961

Los Tarantos (1963) - Carmen Amaya, buleria

Martha Argerich and Daniel Barenboim "UN ALMA"







   "El momento de inicio cuando Barenboim posa la mano encima de Argerich, es la esencia de todo concierto"

                                                                                                                                              E.R.

miércoles, 23 de julio de 2014

Michael Jackson también lo sabía

¿Qué Pasa Si Juntas A Una Persona Gay Y A Una Homofóbica En Una Sala Y...

Lo Que Un Orangután Le Dice A Esta Pequeña Niña Es Algo Que Todos Debemo...

Ode an die Freude als Obertongesang

UN CURSO DE MILAGROS, CONCEPTOS BASICOS - Enric Corbera

Israel, Palestina: Cómo empezó todo



fuente:  http://www.eldiario.es/zonacritica/Israel-Palestina-empezo_6_284231595.html

Israel, Palestina: Cómo empezó todo

Lo que pasa en Gaza se inició hace 66 años, cuando Israel optó por ser un Estado judío de mayoría judía. Para ello ocupa territorios, excluye a los palestinos y los somete a operaciones militares de castigo.
Otro Israel es posible, al igual que una Sudáfrica libre de apartheid fue posible. 
Mujeres palestinas de Gaza lloran por la muerte de varios integrantes de una familia, entre ellos niños (Efe)
Mujeres palestinas de Gaza lloran por la muerte de varios integrantes de una familia, entre ellos niños (Efe)
“Si eres neutral ante situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor” (Desmond Tutu)
 Cómo empezó todo, preguntan algunos estos días. Esto, lo que está ocurriendo en Gaza, se inició hace mucho tiempo. Comenzó con el antisemitismo europeo, que promovió la emigración de los judíos a Palestina. Comenzó con el nazismo, el genocidio contra los judíos y la posterior decisión de Europa, con Reino Unido a la cabeza, de apoyar y fomentar el éxodo judío a Palestina.
Comenzó cuando el protectorado británico de Palestina miraba hacia otro lado mientras los judíos se organizaban en bandas armadas que cometieron atentados terroristas, matando a gente, contra objetivos británicos y árabes. 

En 1947 la ONU, motivada por la responsabilidad y culpa europea del horror contra los judíos, aprobó un plan de partición que asignó el 54% de la Palestina del mandato británico a la comunidad judía (llegada la mayoría tras el Holocausto) y el resto, a los palestinos. Jerusalén quedaba como enclave internacional. 

En los primeros meses de 1948 las fuerzas armadas judías clandestinas -escribo judías porque así se autodenominaban, y aún no se había declarado la independencia de Israel- elaboraron elPlan Dalet, cuyo fin era, entre otras cosas, hacerse con el control de la vía que unía Jerusalén con Tel Aviv, una zona que no figuraba como futuro territorio israelí en el plan de partición de la ONU. De ese modo expulsaron a miles de personas y asesinaron a cientos. Es decir, ya hubo entonces un intento de limpieza étnica.
Después, cuando los países árabes vecinos declararon la guerra a Israel tras su nacimiento en mayo de 1948, las fuerzas armadas israelíes aprovecharon para ocupar más tierras y expulsar a cientos de miles de palestinos. De ese modo Israel pasó a tener un 78% del territorio (posteriormente, en 1967 Israel ocuparía el 22% restante: Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este).

Tras la guerra del 48, muchos palestinos intentaron regresar a sus casas, pero las tropas israelíes se lo impidieron, a pesar de que en diciembre de 1948 Naciones Unidas aprobó la resolución 194, incumplida hasta hoy, confirmada en repetidas ocasiones y ratificada en la resolución 3236 de 1974, que establecía el derecho de los refugiados a regresar a sus hogares o a recibir indemnizaciones.

Solo pudieron permanecer dentro de Israel, en muchos casos como desplazados, unos 150.000 palestinos, el 15% de la población, que en 1952 accedieron a la ciudadanía. Son los llamados árabes israelíes.

Gaza

Gran parte de los palestinos de Gaza son refugiados, expulsados o descendientes de los expulsados en 1948 a través de lo que constituyó, según historiadores israelíes como Ilan Pappé, una limpieza étnica, con el objetivo de levantar un Estado de mayoría judía. Incluso el historiador israelí sionista Benny Morris, ha escrito que “con la suficiente perspectiva resulta evidente que lo que se produjo en Palestina en 1948 fue una suerte de limpieza étnica perpetrada por los judíos en las zonas árabes”. 

Los palestinos de Gaza viven hacinados, castigados, limitados. Israel controla qué productos y personas acceden a la Franja y prohíbe la entrada de materiales fundamentales. Practica un castigo colectivo.
Esto, lo que está pasando en Gaza, se inició hace 66 años, cuando se optó por una concepción de Israel como un Estado judío con mayoría judía. Para mantener esa mayoría Israel practica la ocupación, aparta y discrimina a los palestinos y, de vez en cuando, lleva a cabo operaciones militares que matan a cientos o miles y provocan el desplazamiento de miles más.

Para mantener la mayoría judía...

El Estado israelí, para ser fiel a su autodefinición -Estado judío- excluye el concepto de ciudadanía universal. Si aceptara como ciudadanos a los palestinos de Gaza y Cisjordania -territorios que controla u ocupa- su concepción como Estado judío estaría en peligro, ya que la población judía dejaría de ser la mayoritaria.
La elevada natalidad entre los palestinos es una de las preocupaciones principales de Israel. Lo llaman la cuestión demográfica. Ya hoy los judíos dentro de la llamada Línea Verde -las fronteras de antes del 67- conforman el 70% de la población, y se calcula que dentro de veinte años podrían ser el 50%. 

Israel se opone a la creación de un Estado palestino pero también se niega a conceder derechos plenos y ciudadanía a los palestinos de Gaza y Cisjordania, porque si lo hiciera, estaría renunciando a su carácter judío como Estado. Es decir, a lo que algunos historiadores y politólogos llaman etnocracia. 

Como subrayaba el israelí Sergio Yahni, integrante del Alternative Information Center, en una conversación que mantuvimos en Jerusalén:

 “Israel solo puede ser un Estado judío si mantiene la supremacía demográfica o legal de la población judía, pero para ello tiene o que llevar a cabo una nueva limpieza étnica, como la de 1948, o practicar la segregación étnica legalizada, es decir, el apartheid. Mientras Israel no asuma una verdadera transformación democrática, no viviremos en paz y seguirá la represión”. ( "El hombre mojado no teme la lluvia", Ed.Debate, 2009).

La Ley de Bienes Ausentes

Para que Israel pudiera ser un Estado judío, el gobierno del primer ministro David Ben Gurion organizó la recolonización de las tierras y distribuyó los bienes inmuebles que llamaron “abandonados”. Para ello se aprobó en 1950 la Ley de los Bienes Ausentes, que gestionó el traspaso a manos judías de las casas de los palestinos, no solo de los que se habían ido fuera de las fronteras israelies, sino también de aquellos que habían sido reubicados dentro del Estado israelí.
También se aprobaron otras leyes que prohibieron la venta o transferencia de tierras para garantizar que no cayeran en manos palestinas, y que permitían decretar la expropiación de bienes por interés público o declarar una superficie como “zona militar cerrada”, lo que impedía a los propietarios de la misma reclamarla como suya. De ese modo, 64.000 viviendas de palestinos ya habían pasado a manos judías en 1958.

La Ley del Retorno

Otra de las leyes fundamentales y una de las más controvertidas es la Ley del Retorno, que confirma esa insistencia en el carácter judío del Estado a través de la concesión de privilegios a los judíos. Esta ley concede el derecho a la ciudadanía a todos los judíos del mundo, de los hijos, nietos y cónyuges de los judíos, así como de quienes se conviertan al judaísmo. Sin embargo, no incluye a los judíos de nacimiento convertidos a otra religión y de hecho se ha denegado la ciudadanía a varios judíos convertidos al cristianismo. 

La polémica en torno a esta ley reside en que Israel no permite regresar a su hogar a los palestinos expulsados ni a sus descendientes. Pero, por poner un ejemplo, un sueco que se convierta al judaismo sí tiene derecho a residir en Israel y a obtener la ciudadanía. Además, es probable que pudiera acceder a ayudas económicas del Estado para financiar estudios o adaptación a su nuevo hogar. 

En 2003 se construyó un escalón más en esta política exclusivista con la aprobación de la Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel, que indica que los palestinos de Cisjordania o Gaza menores de 35 años y las palestinas de Cisjordania o Gaza menores de 25 años no podrán residir en territorio israelí aunque se casen con un/a israelí. Sin embargo, si cualquier europeo contrae matrimonio con un ciudadano israelí tendrá derecho tanto a la residencia como a la ciudadanía.

La ocupación

La ocupación es la esencia del Estado israelí tal y como se concibe a sí mismo a día de hoy. Los colonos conforman una especie de ejército israelí paralelo al oficial, ya que ejercen una función paramilitar, la de invadir y ocupar, motivados por razones políticas, religiosas y también económicas, ya que el Estado concede préstamos y subvenciones a aquellos judíos que se instalan en la tierra de los palestinos.
En el territorio palestino de Cisjordania viven 450.000 colonos judíos, con una población total de más de dos millones de habitantes. Las colonias judías consumen un promedio de 620 metros cúbicos de agua por persona al año frente a los menos de 100 metros cúbicos de los palestinos. Esto sucede porque los asentamientos se apropian de parte de los acuíferos y de las áreas con más reservas.
Los colonos pueden llevar armas. Además, sus asentamientos están protegidos por el Ejército israelí, que de este modo legitima la ocupación. Es el propio Estado el que administra los terrenos de Cisjordania. 

A través de las colonias, Cisjordania se ha convertido en una zona acantonada, sin continuidad territorial, donde los pueblos y ciudades están desconectados entre sí, convertidos en islotes rodeados por controles militares israelíes.

Exclusión y discriminación

Para controlar a la población palestina, Israel limita sus movimientos, lleva a cabo arrestos arbitrarios, aplica la llamada ley de detención administrativa, que permite mantener encarcelado a un palestino sin cargos ni juicio hasta al menos dos años, impide a los palestinos salir de su localidad o les obliga a esperar horas para hacerlo, les niega servicios públicos fundamentales, les prohibe construir viviendas y de hecho destruye algunas de sus casas, con la excusa de que no cuentan con permisos de construcción que se les deniegan de forma sistemática. 

En la práctica aplica un apartheid y se guía por la ley del talión. Si alguien mata a un israelí, es el propio Estado el que se encarga de la venganza, derribando la casa de la familia del presunto culpable, torturándole a él, a sus amigos o familiares, o impulsando una ofensiva militar en su barrio o en otro, como la actual contra Gaza. Al contrario de lo que debería ser la actuación de un Estado democrático, Israel opta por la venganza en vez de por la vía judicial.

El precio de la paz

Ante ello, Estados Unidos o la Unión Europea se limitan a murmurar con tibias condenas que son simple tinta sobre papel, porque mientras las emiten, mantienen a Israel como socio comercial preferente, le venden armas, le brindan apoyo diplomático y estratégico. Nuestros gobiernos son corresponsables -desde hace décadas- del destino de palestinos e israelíes.
Como me dijo Rami Elhanan, israelí que perdió a su hija en un atentado de Hamás, los judíos que apuestan por excluir a los palestinos se excluyen a sí mismos, “están volviendo al gueto. La solución está encima de la mesa, pero solo llegará cuando Israel se dé cuenta de que el precio de no tener paz es más elevado que el de tenerla”. 

Este año Hamás y Al Fatah anunciaron su reconciliación y un acuerdo incipiente para un gobierno de unidad nacional. Las autoridades palestinas han hablado incluso de estar dispuestas a recurrir a la vía judicial para denunciar a Israel en tribunales internacionales. Ante ello, la respuesta de Tel Aviv ha sido más mano dura. No quiere al pueblo palestino unido, porque eso también amenaza el carácter judío de su Estado.

La radicalización está llegando a tal punto que han brotado nuevos grupos extremistas israelíes que atacan a los manifestantes israelíes que salen a la calle para pedir paz y libertad para Palestina. 

En su ansia por querer más, Israel sigue renunciando a un acuerdo más que beneficioso para él, por el cual los palestinos tendrían un Estado con tan solo el 22% de la Palestina inicial, lo que supondría ordenar la salida de Cisjordania de los 450.000 colonos judíos, algo a lo que Tel Aviv no está dispuesto, al menos hasta ahora. 

De todo esto va lo que ocurre estos días en Palestina, en Gaza, en Cisjordania. 

Otro Israel es posible 

Cada día que pasa los palestinos son reducidos a números o al olvido, recubiertos por esa perversa sospecha que persigue a tantas víctimas, y que susurra “algo habrán hecho”, “algo habrán hecho”, porque resulta increíble que los crímenes se cometan con tanta impunidad. La entidad que se erige a sí misma como árbitro moral para decidir qué debería ocurrir y qué no en Palestina es la misma que robó y sigue robando la tierra de otros. 
No hay solución militar posible porque a pesar de todo, a pesar de lo que dijera Golda Meir en 1969, Palestina y los palestinos existen. La única solución pasa por poner fin a la ocupación, a los asentamientos, a la exclusión. El racismo, según el semiólogo Walter Mignolo, es la decisión de aquellos que están en el poder de clasificar y evaluar el grado de humanidad de los otros con el objetivo de controlar y dominar. 

Dicho en palabras de la académica israelí Nurit Peled, “el Estado de Israel, que se declaró oficialmente un Estado de apartheid, se distingue por lo que ha sido siempre el método del racismo más típico y exitoso: la clasificación de los seres humanos”. 

Otro Israel es posible, al igual que otra Sudáfrica fue posible. 

Este es un nuevo día...




                                               Hermanos de todos los confines de la Tierra...
                                                                 AGRADEZCAN
                                                                    CAMINEN
                                                        Siempre nuevos, siempre bellos

                                         VAMOS A TRAER ESTE MENSAJE DE VUELTA,
                                            PARA TODOS es momento de romper ese
                                             CÍRCULO CERRADO O  LA PIRÁMIDE ordenada, la mente tiende a                                                            cerrar lo que siempre estuvo abierto, por eso escuchen su corazón
                                                   SÚBANSE A ESTE CARRO DE LA VIDA, EN ETERNA ESPIRAL,
                                                                                                                   

                                                               "Desde aquíahora obremos por la Paz"
                                                               
                                                                                                                       E.R.

martes, 22 de julio de 2014

Cese de toda Violencia, este es el vídeo más duro que he colgado en la Humanidad





Asesinato! Genocidio!, por Dios es un hombre desarmado...Esto es imposible que lo hagan humanos... Son psicópatas que se alimentan del sufrimiento y de nuestras emociones. Siento repulsión total, es incomprensible, PORQUE ESTAMOS SENTADOS EN CASA, ESE QUE HA MUERTO SOMOS NOSOTROS MISMO, DONDE ESTÁ AHORA ESE UNO QUE SOMOS...

                            DIFUSIÓN Y ORACIÓN
Que nos está pasando como es posible que sigamos delante de los televisores, esto es un insulto a la Humanidad, PERVERSOS, PSICÓPATAS, VAN BUSCANDO QUE LA GENTE SALGA A LA CALLE Y DAR LUGAR AL CONFLICTO, ESE ES SU ALIMENTO, GENERAR LUCHAS Y CONTIENDAS, PARA SOSTENER SUS ABSURDAS Y REPUGNANTES RAZONES, DONDE NUNCA HUBO DIVISIÓN GENERAN ELLOS LA DUDA, EL ALMA HUMANA ES INDIVISIBLE Y SÓLO ENTIENDE DE AMOR..., ESE QUE MUERE ES UN HERMANO...acabo deduciendo que nos gobiernan psicópatas, o personas de dudosa humanidad... Es un genocidio...POR DIOS... Me niego a pensar que esas personas son auténticos judíos, me niego... Incluso me niego a pensar que sean personas...



viernes, 4 de julio de 2014

Entrevista a la soprano Jessye Norman, diario Telegraph

fuente: http://www.telegraph.co.uk/culture/music/opera/10937979/Jessye-Norman-Dress-size-has-nothing-to-do-with-opera-singing.html

Jessye Norman: Dress size has nothing to do with opera singing

Legendary soprano Jessye Norman talks weight, race and what it really takes to be an opera star

Opera singer Jessye Norman
Opera singer Jessye Norman Photo: BEN MCMAHON
Never let it be said that the Royal Opera House doesn’t offer value for money. Not only am I sitting across a table from the fabled operatic soprano Jessye Norman in the house’s Royal Retiring Room but, as an added bonus, the strains of Donizetti’s Maria Stuarda are floating in from the auditorium, as the cast rehearse for opening night on July 5.
Norman made her Covent Garden debut as Cassandra in Berlioz’s Les Troyens in 1972, and it would become one of her signature roles. During the Eighties and Nineties she became one of the world’s most popular dramatic sopranos, a technically formidable artist equipped with a voice of unusual range and texture. She was hailed for her roles in operas by Wagner and Richard Strauss, but was also willing to stretch herself by testing less familiar waters, such as Poulenc’s La voix humaine or Schoenberg’s Erwartung. Conductor James Levine, music director of New York’s Metropolitan Opera, describes her as “one of the very rare sovereign artists”.
She’s in London to discuss her new book, Stand Up Straight and Sing! The memoir picks out themes from her life – we hear about her upbringing in segregated Georgia, the American civil rights movement, the inspiration she took from the African-American singer Marian Anderson, and how her professional life in music began in Europe.
“I was given the opportunity to write the kind of book that I wanted to write, rather than one that catalogues where I sang and what I sang and what I wore,” she says. “I wanted to write a book about an American family, the family that has produced me. The longer I live, the more I realise the incredible support and love we were given as children.”
She’s a powerful, Rubenesque woman, and her strong features and sonorous diction give her an intimidating air of command. Questions that don’t interest her are deftly quashed, and she has a reputation for being among the most demanding of divas. Her book recounts how she has caused ructions by giving conductors advice on how to do their job, and tackles an often-told anecdote about African-American soprano Kathleen Battle.

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Supposedly, Battle was incensed by a favourable review that referred to her not merely as a singer but a black singer. After she’d flounced out of the room, Norman allegedly commented, “Well, somebody had to tell her”.
Norman’s remark has previously been considered evidence of wit. In her memoir, she tells how a music critic asked her about the story and asserts that not only was the story “bogus”, but that the critic’s attitude to it rendered him unable to make an unbiased assessment of “a performance by an African-American”. No laughing matter at all.
Her race has been an inescapable issue since she was born. She describes herself as a product of “a specific place and time in the history of our nation, in the Deep South, where our people marched, bled, and soldiered their way through the civil rights movement”. While still at school she joined the youth chapter of the National Association for the Advancement of Colored People and participated in marches and sit-ins.
She recalls a vivid memory from the Fifties of watching President Eisenhower attending the whites-only Reid Memorial Presbyterian Church in Augusta, Georgia. When Eisenhower played at the segregated golf club, she says “we were made to understand that President Eisenhower and all too many other whites were not on our side”.
Was the election of Barack Obama a major event for her? “Having elected – twice – an African-American to the leadership of the free world, of course it’s significant,” she says. “It’s amazing what he’s been able to achieve, considering that on the day of his inauguration the people from the opposite party were conspiring to obstruct anything he might put forward.”
Was that hostility based on racism?
“Racism certainly is a part of it, indeed. But I don’t despair because for me the glass is always half full.”
What her memoir conspicuously lacks is outrageous anecdotes or backstage scandal, though it briefly heats up when she sticks the boot into Morley Safer, an interviewer for CBS TV’s 60 Minutes programme who cast aspersions on her “body mass” – “I am not one to equate dress size and artistic performance,” she declares witheringly.
Now 68, she has withdrawn from the opera stage, but still gives recitals and masterclasses. “I try to frighten my very young colleagues into studying and understanding their voices before they attempt things that are beyond them. It’s wise to take gymnastics and swimming to strengthen the body, because people don’t realise what an athletic undertaking singing actually is.”
A crusader for music and the arts, she has established the Jessye Norman School of the Arts in Georgia to provide free tuition for disadvantaged kids. Yet behind the public face of the diva who has been showered with awards and honorary doctorates, has sung for presidents and royalty and performed La Marseillaise for the 200th anniversary of the French Revolution, Norman’s emotional life remains enigmatic. However, there is an intriguing bit in the book where she suggests that she was once invited to marry into the French aristocracy. She agrees that this was indeed so.
“Yes, it was fascinating. It was lovely.” Could she throw more light on it? “I don’t care to, thank you.”
Well, I tell her, I think she’d fit very well into the French aristocracy. She roars with laughter. “The French have always been very supportive of my work, so I’ll leave it at that.”

F

Usa protector solar (ORIGINAL HD)

Las plantas hablan entre ellas BBC (CIENCIA).







Fuente: blog sinmiedo