http://www.lavanguardia.com/vida/20131223/54398512672/maria-antonia-canals-83-anos-
alentar-maestros.html
Maria Antònia Canals, 83 años: "Sigo para alentar a los maestros"
Dirige un centro de investigación en la universidad y trabaja en la innovación didáctica de las
matemáticas | "La actual enseñanza de las matemáticas sólo busca buenos resultados en el
informe PISA", opina
Girona Corresponsal
Cuál es el número que sus dos quintas partes son doce?", pregunta por sorpresa Maria Antònia Canals, de 83 años, nada más entrar esta periodista y la fotógrafa en su despacho, en la biblioteca de la Universitat de Girona. Acostumbra a lanzar retos numéricos de este tipo para conocer mejor a sus interlocutores. Le advertimos que se nos dan mejor las letras que los números pero nos replica: "Se pueden hacer las dos cosas. ¿No usáis la lógica en la vida? Pues las matemáticas tienen parte de lógica".
Inmediatamente, pide que le acerquemos uno de sus materiales didácticos de las estanterías. Hay un millar de distintos: figuras geométricas de colores, elementos de papel, plástico o madera, bien clasificados, algunos son reciclados... El que hemos cogido sirve para trabajar las fracciones y consta de unas cartulinas redondas divididas en partes, varias fichas y un espejo. Lo ha ideado ella para que a los maestros les sea más fácil enseñar y, a los alumnos, aprender. Nos invita a probarlo. "¡Treinta! Bien dicho. Lo veis. Así es más sencillo. Ayudáis a la mente a entrar en el pensamiento abstracto", prosigue.
Buena lección. Para esta maestra jubilada, licenciada en Ciencias Exactas en la Universitat de Barcelona, "la educación es un arte". "Es más que seguir un currículo escolar. Es un diálogo constante entre educador y alumno". Para ella, el maestro tiene que "ayudar a que el escolar saque sus propios valores". "Hay que respetar el proceso de aprendizaje del niño. No se trata sólo de enseñar; el verdadero reto es conseguir que aprenda, que es muy distinto", afirma.
Profesora emérita de la Universitat de Girona, Maria Antònia se jubiló en el 2001, cuando daba clases de didáctica de las matemáticas en la facultad de Educación de la universidad gerundense. Sin embargo, desde ese mismo año, dirige el Gabinet de Materials i de Recerca per a la Matemàtica a l'Escola (Gamar), un espacio de reflexión, experimentación y divulgación entorno a la enseñanza de las matemáticas en la escuela, en las etapas infantil, primaria y primer ciclo de secundaria.
Este gabinete, que pertenece a la Universitat de Girona, fue creado a partir de la dotación del premio Jaume Vicens Vives con el que se distinguió a Maria Antònia por su tarea a la docencia universitaria. En él, se ofrece a maestros y educadores orientación y asesoramiento sobre la utilización de materiales y se les facilita una amplia muestra de recursos didácticos para aprender las matemáticas de una manera más asequible en las aulas.
"Preguntan cómo enseñar mejor a dividir o empezar con el cálculo... Lo que se, les sirve. Cuando me comentan que pese a la edad me conservo bien, pienso que lo que verdaderamente importa es otra cosa: sigo para alentar a los maestros y mantener su ilusión. Esto es lo que pretendo conservar", subraya.
Las puertas de Gamar se abren no sólo entre semana sino incluso los sábados y domingos. Maria Antònia, conocida por ser la creadora de las regletas numéricas más completas que existen, siempre está ahí. Ella, además, ofrece cursos y no le da pereza hacer las maletas para explicar en conferencias su metodología: Granollers, Pamplona, Benidorm...
También es autora de numerosas publicaciones, como los Dossiers, unos cuadernos de orientación didáctica, que sirven no como apoyo a ningún currículo oficial sino para profundizar en temáticas como la geometría, la probabilidad o la lógica -publicados por la Associació de Mestres Rosa Sensat, de la cual ella fue cofundadora (1965)-.
"Los alumnos han de disfrutar en el aprendizaje de las matemáticas", advierte esta octogenaria, nacida en Barcelona. Según destaca, la educación matemática no es una cuestión de aprendizajes mecánicos ni tampoco sólo funcionales, sino que se trata de una educación conjunta del pensamiento y de la práctica, arraigada en la vida, que incide en la formación global de la persona y que, por eso, incluye aspectos emocionales, de motivación y actitudes. "Con la informática las cosas están cambiando, pero no hay que cerrarse a las nuevas tecnologías. Soy partidaria de hacer juegos de cálculo con la calculadora", apunta.
Aunque su madre quería que fuera farmacéutica, Maria Antònia vio crecer su pasión por la enseñanza de los números a raíz de las influencias de su padre, el ingeniero Emili Canals, y de su tía Dolors, discípula directa de Maria Montessori y una de las introductoras de este método en Catalunya.
Ejerció de maestra en Virtèlia, el Liceu Francès y colaboró en la puesta en marcha de la escuela Thalita como responsable de parvulario. "La misión que me propuso la fundadora y directora de Thalita, Maria Teresa Codina, era recuperar la tradición y los valores de la enseñanza en Catalunya. Era una guerra interesante. No trabajé sólo para ganar dinero, lo que hacía era idealismo puro", comenta. Por ello, es considerada una figura clave de la renovación pedagógica catalana, inspirada en los ideales de la Nova Escola, movimiento surgido después de la Guerra Civil que ve en la educación un pilar fundamental de la sociedad.
Pero la escuela de Maria Antònia es Ton i Guida. La fundó en 1962 y la dirigió hasta 1979. De inspiración montessoriana, el centro se creó en el barrio de Verdum de Barcelona. Empezó con 42 alumnos y llegó a los 400 antes de 1975. Después, impartió clases de didáctica de las matemáticas en la Escola de Mestres de la Universitat Autònoma de Barcelona, en la Escola de Mestres de Vic y en 1982 obtuvo la plaza y pidió el traslado a la Escola Normal de Girona, que dependía de la Universitat Autònoma de Barcelona.
En su trayectoria, ha recibido numerosos premios, como la Medalla al Mèrit al Treball (1986), el premio Mestres 68 (1994), la Insígnia d'Or de la Universitat de Vic (2000), la Creu de Sant Jordi (2006) o la Medalla d'Honor de la Ciutat de Barcelona (2009).
Actualmente, no comparte la manera como se enseñan las matemáticas. "Sólo se busca tener buenos resultados en el informe PISA. El currículo, además, se modifica cada dos por tres. Que los alumnos rurales tengan el mismo que los de ciudad no es adecuado, porque son niños muy diferentes", concreta.
Según remarca, siempre ha procurado ser coherente con lo que piensa y con cómo vive. "Y trato de aceptar lo que me viene. La vejez, también. Aceptar plenamente te libera", afirma. Confiesa que le gustará cumplir 84 años porque es la suma de cuatro, más cuatro al cuadrado, más cuatro al cubo. Antes de despedirnos, nos hace firmar en su libro de visitas, repleto de mensajes de afecto. Entre los últimos, uno que reza: "Me hubiera gustado tenerla como maestra", un deseo compartido por tantos que la han conocido fuera de las aulas.
Inmediatamente, pide que le acerquemos uno de sus materiales didácticos de las estanterías. Hay un millar de distintos: figuras geométricas de colores, elementos de papel, plástico o madera, bien clasificados, algunos son reciclados... El que hemos cogido sirve para trabajar las fracciones y consta de unas cartulinas redondas divididas en partes, varias fichas y un espejo. Lo ha ideado ella para que a los maestros les sea más fácil enseñar y, a los alumnos, aprender. Nos invita a probarlo. "¡Treinta! Bien dicho. Lo veis. Así es más sencillo. Ayudáis a la mente a entrar en el pensamiento abstracto", prosigue.
Buena lección. Para esta maestra jubilada, licenciada en Ciencias Exactas en la Universitat de Barcelona, "la educación es un arte". "Es más que seguir un currículo escolar. Es un diálogo constante entre educador y alumno". Para ella, el maestro tiene que "ayudar a que el escolar saque sus propios valores". "Hay que respetar el proceso de aprendizaje del niño. No se trata sólo de enseñar; el verdadero reto es conseguir que aprenda, que es muy distinto", afirma.
Profesora emérita de la Universitat de Girona, Maria Antònia se jubiló en el 2001, cuando daba clases de didáctica de las matemáticas en la facultad de Educación de la universidad gerundense. Sin embargo, desde ese mismo año, dirige el Gabinet de Materials i de Recerca per a la Matemàtica a l'Escola (Gamar), un espacio de reflexión, experimentación y divulgación entorno a la enseñanza de las matemáticas en la escuela, en las etapas infantil, primaria y primer ciclo de secundaria.
Este gabinete, que pertenece a la Universitat de Girona, fue creado a partir de la dotación del premio Jaume Vicens Vives con el que se distinguió a Maria Antònia por su tarea a la docencia universitaria. En él, se ofrece a maestros y educadores orientación y asesoramiento sobre la utilización de materiales y se les facilita una amplia muestra de recursos didácticos para aprender las matemáticas de una manera más asequible en las aulas.
"Preguntan cómo enseñar mejor a dividir o empezar con el cálculo... Lo que se, les sirve. Cuando me comentan que pese a la edad me conservo bien, pienso que lo que verdaderamente importa es otra cosa: sigo para alentar a los maestros y mantener su ilusión. Esto es lo que pretendo conservar", subraya.
Las puertas de Gamar se abren no sólo entre semana sino incluso los sábados y domingos. Maria Antònia, conocida por ser la creadora de las regletas numéricas más completas que existen, siempre está ahí. Ella, además, ofrece cursos y no le da pereza hacer las maletas para explicar en conferencias su metodología: Granollers, Pamplona, Benidorm...
También es autora de numerosas publicaciones, como los Dossiers, unos cuadernos de orientación didáctica, que sirven no como apoyo a ningún currículo oficial sino para profundizar en temáticas como la geometría, la probabilidad o la lógica -publicados por la Associació de Mestres Rosa Sensat, de la cual ella fue cofundadora (1965)-.
"Los alumnos han de disfrutar en el aprendizaje de las matemáticas", advierte esta octogenaria, nacida en Barcelona. Según destaca, la educación matemática no es una cuestión de aprendizajes mecánicos ni tampoco sólo funcionales, sino que se trata de una educación conjunta del pensamiento y de la práctica, arraigada en la vida, que incide en la formación global de la persona y que, por eso, incluye aspectos emocionales, de motivación y actitudes. "Con la informática las cosas están cambiando, pero no hay que cerrarse a las nuevas tecnologías. Soy partidaria de hacer juegos de cálculo con la calculadora", apunta.
Aunque su madre quería que fuera farmacéutica, Maria Antònia vio crecer su pasión por la enseñanza de los números a raíz de las influencias de su padre, el ingeniero Emili Canals, y de su tía Dolors, discípula directa de Maria Montessori y una de las introductoras de este método en Catalunya.
Ejerció de maestra en Virtèlia, el Liceu Francès y colaboró en la puesta en marcha de la escuela Thalita como responsable de parvulario. "La misión que me propuso la fundadora y directora de Thalita, Maria Teresa Codina, era recuperar la tradición y los valores de la enseñanza en Catalunya. Era una guerra interesante. No trabajé sólo para ganar dinero, lo que hacía era idealismo puro", comenta. Por ello, es considerada una figura clave de la renovación pedagógica catalana, inspirada en los ideales de la Nova Escola, movimiento surgido después de la Guerra Civil que ve en la educación un pilar fundamental de la sociedad.
Pero la escuela de Maria Antònia es Ton i Guida. La fundó en 1962 y la dirigió hasta 1979. De inspiración montessoriana, el centro se creó en el barrio de Verdum de Barcelona. Empezó con 42 alumnos y llegó a los 400 antes de 1975. Después, impartió clases de didáctica de las matemáticas en la Escola de Mestres de la Universitat Autònoma de Barcelona, en la Escola de Mestres de Vic y en 1982 obtuvo la plaza y pidió el traslado a la Escola Normal de Girona, que dependía de la Universitat Autònoma de Barcelona.
En su trayectoria, ha recibido numerosos premios, como la Medalla al Mèrit al Treball (1986), el premio Mestres 68 (1994), la Insígnia d'Or de la Universitat de Vic (2000), la Creu de Sant Jordi (2006) o la Medalla d'Honor de la Ciutat de Barcelona (2009).
Actualmente, no comparte la manera como se enseñan las matemáticas. "Sólo se busca tener buenos resultados en el informe PISA. El currículo, además, se modifica cada dos por tres. Que los alumnos rurales tengan el mismo que los de ciudad no es adecuado, porque son niños muy diferentes", concreta.
Según remarca, siempre ha procurado ser coherente con lo que piensa y con cómo vive. "Y trato de aceptar lo que me viene. La vejez, también. Aceptar plenamente te libera", afirma. Confiesa que le gustará cumplir 84 años porque es la suma de cuatro, más cuatro al cuadrado, más cuatro al cubo. Antes de despedirnos, nos hace firmar en su libro de visitas, repleto de mensajes de afecto. Entre los últimos, uno que reza: "Me hubiera gustado tenerla como maestra", un deseo compartido por tantos que la han conocido fuera de las aulas.
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