No acepto el premio, señor Wert
El compositor catalán Josep Soler rechaza la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes
"porque a ellos no les interesa en absoluto ni la cultura ni la educación"
Foto de archivo de Josep Soler 0
Ya van unos cuantos rechazos. Ahora le ha tocado el turno al compositor catalán Josep Soler, quien se niega a
recoger la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que otorga el ministerio liderado por José Ignacio
Wert, como muestra de su desacuerdo con las políticas culturales y educativas del Ejecutivo de Mariano Rajoy.
El artista catalán ha afirmado, en declaraciones a EFE, que "aceptar el reconocimiento sería aceptar la
autoridad del Gobierno español y yo no quiero saber nada del ministro Wert ni del gobierno de Rajoy, porque a
ellos no les interesa en absoluto ni la cultura ni la educación".
El compositor de 78 años, quien ya ha enviado un burofax para informar de su decisión, ha dado clases en el
Conservatorio Municipal de Música de Barcelona y en el Conservatorio Profesional de Música de Badalona,
centro dirigió. "Como profesor he sufrido mucho con estos señores que gobiernan España y que nos han
engañado a todos. No están haciendo nada de lo que prometieron y están acabando con la cultura y la
educación", ha señalado.
La lista de artistas que renuncian a galardones oficiales es larga. Javier Marías, aunque había avisado muchas
veces, causó cierto revuelo al rechazar el Premio Nacional de Narrativa que le concedía el Ministerio de
Educación, Cultura y Deportes. El escritor rehusó los 20.000 euros del galardón por coherencia y porque le
“parecería una sinvergonzonería” aceptarlo.
Otro de los casos sonados en España fue el de Santiago Sierra, a quien el Gobierno le concedió en 2010 el
Premio Nacional de Artes Plásticas. En una carta que hizo pública el creador –donde se definía a sí mismo
como “un artista serio”– argumentaba que “los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por
ejemplo a un empleado del mes". De este modo, por “sentido común”, no podía aceptar un reconocimiento de
“un Estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común, sin
importar qué partido ocupe el puesto”.
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